Hace cuatro años que no me paso por aquí y pensaba que sería muchísimo más. Otra vez en casa, en el lugar donde me desahogaba con total libertad, casi como un diario para mi. Y leyendo entradas antiguas me doy cuenta de que no he cambiado tanto como pensaba, me sigo sintiendo identificada con esa niña de 16 años que no sabía en ocasiones por donde coger la vida. Y supongo que hay cosas que nunca cambian, y me sorprende decirlo ahora que todo me parece tan efímero, que parece que todo tiene su fecha de caducidad. Que ironía, que al final lo único que llevo descuidado muchos años, sea lo único por lo que puedo pronunciar la palabra siempre: yo.
Igual quiere decir algo, igual...
Bienvenida a casa.
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